Cientos de migrantes que salieron en caravana desde Honduras con el objetivo de llegar a Estados Unidos amanecieron este viernes en un nuevo campamento instalado junto a un paso fronterizo de la mexicana ciudad de Tijuana, esperando presionar a las autoridades estadounidenses para abrirles el paso.
Hartos de vivir hacinados desde hace varios días en un albergue que las autoridades de Tijuana les improvisaron en un deportivo de un barrio marginal, unos 200 centroamericanos -en su mayoría familias hondureñas con niños- cargaron sus colchonetas y cobijas para instalarse, en plena calle, junto al paso fronterizo conocido como El Chaparral.
Tras un maratónico viaje de más de un mes desde San Pedro Sula, al menos 4.700 migrantes llegaron directamente al albergue, donde duermen a la intemperie y con escasos servicios sanitarios. La mayoría está enfermo por brotes de influenza, infecciones respiratorias y tuberculosis.
"No aguantamos el zancudal (exceso de mosquitos) y el lodo que hay en el albergue. Es un charco de cerdos, tenemos miedo de una epidemia", dijo a la AFP Billy Martínez, un hondureño de 33 años que viaja solo.
"Estamos aquí en son de paz, pero al mismo tiempo para que (el presidente estadounidense) Donald Trump nos vea, se toque el corazón y nos deje pasar a su país", dijo Dora Manda, una hondureña de 35 años que durmió con su esposo y dos hijas sobre una delgada cobija frente a las oficinas migratorias de El Chaparral.
"Aquí nos vamos a morir de hambre y de frío, será su responsabilidad", añadió.
Conforme se acerca el invierno a esta desértica zona del noroeste de México, las temperaturas se hacen extremas, con fuerte calor en el día y temperaturas que pueden ir bajo cero durante la noche.
La mudanza del campamento migrante sobre la frontera mexicano-estadounidense podría atizar aún más la tensión, luego que el jueves cientos de centroamericanos se manifestaron mientras fuerzas armadas estadounidenses desplegaban un intimidante operativo de entrenamiento en la cercana garita binacional de San Ysidro.
Trump, quien ha acusado a la caravana de querer protagonizar una "invasión" a su país, ha amenazado reiteradamente con cerrar la frontera y dispuso el envío de hasta 9.000 soldados.
Las autoridades mexicanas reforzaron la seguridad en Tijuana con más de 100 policías federales.
México y Estados Unidos comparten una frontera de más de 3.000 km, por la que cruzan un millón de personas diariamente de manera legal, mientras que el comercio en la línea fronteriza genera un millón de dólares por minuto, según cifras oficiales.